Muy poco, por no decir nada, sabemos de la remota literatura polaca. De vez en cuando ciertos amigos, con contactos aquí o allá, lectores infatigables de literaturas esquivas, nos sugieren piezas magistrales. De esa manera llegó Slawomir Mrozek (la trascripción exacta de los acentos polacos es imposible con nuestros caracteres) y su libro La vida difícil. La mayor parte de su obra ha sido publicada, para fortuna nuestra, por la editorial Acantilado. Yo, al menos, lo considero toda una joya. Aquí va:
La Revolución
Slawomir Mrozek*
En mi habitación la cama estaba aquí, el armario allá y en medio la mesa.
Hasta que esto me aburrió. Puse entonces la cama allá y el armario aquí.
Durante un tiempo me sentí animado por la novedad. Pero el aburrimiento acabó por volver.
Llegué a la conclusión de que el origen del aburrimiento era la mesa, o mejor dicho, su situación central e inmutable.
Trasladé la mesa allá y la cama en medio. El resultado fue inconformista.
La novedad volvió a animarme, y mientras duró me conformé con la incomodidad inconformista que había causado. Pues sucedió que no podía dormir con la cara vuelta a la pared, lo que siempre había sido mi posición favorita.
Pero al cabo de cierto tiempo, la novedad dejó de ser tal y no quedó más que la incomodidad. Así que puse la cama aquí y el armario en medio.
Esta vez el cambio fue radical. Ya que un armario en medio de una habitación es más que inconformista. Es vanguardista.
Pero al cabo de cierto tiempo… Ah, si no fuera por “ese cierto tiempo”. Para ser breve, el armario en medio también dejó de parecerme algo nuevo y extraordinario. Era necesario llevar a cabo una ruptura, tomar una decisión terminante. Si dentro de unos límites determinados no es posible ningún cambio verdadero, entonces hay que traspasar dichos límites. Cuando el inconformismo no es suficiente, cuando la vanguardia es ineficaz, hay que hacer una revolución.
Decidí dormir en el armario. Cualquiera que haya intentado dormir en un armario, de pie, sabrá que semejante incomodidad no permite dormir en absoluto, por no hablar de la hinchazón de pies y de los dolores de columna.
Sí, esa era la decisión correcta. Un éxito, una victoria total. Ya que esta vez, “cierto tiempo” también se mostró impotente. Al cabo de cierto tiempo, pues, no sólo no llegué a acostumbrarme al cambio ―es decir, el cambio seguía siendo un cambio―, sino que al contrario, cada vez era más consciente de ese cambio, pues el dolor aumentaba a medida que pasaba el tiempo.
De modo que todo habría ido perfectamente a no ser por mi capacidad de resistencia física, que resultó tener sus límites. Una noche no aguanté más. Salí del armario y me metí en la cama.
Dormí tres días y tres noches de un tirón. Después puse el armario junto a la pared y la mesa en medio, porque el armario en medio me molestaba.
Ahora la cama está de nuevo aquí, el armario allá y la mesa en medio. Y cuando me consume el aburrimiento, recuerdo los tiempos en que fui revolucionario...
* Slawomir Mrozek (Borzecin, Polonia, 1930) estudió arquitectura, historia del arte y cultura oriental. Antes de darse a conocer como escritor, obtuvo cierto éxito como periodista y dibujante satírico. A partir de 1957, su carrera literaria se desdobla en dos facetas, la de autor dramático—que le ha merecido un reconocimiento universal y un extraordinario éxito popular—y la de narrador. Acantilado emprendió desde el 2001 la publicación de su obra narrativa. Entre sus libros destacan Juego de azar (Acantilado, 2001), La vida difícil (Acantilado, 2002), Dos cartas (Acantilado, 2003), El árbol (Acantilado, 2003), El pequeño verano (Acantilado, 2004), La mosca (Acantilado, 2005), Huida hacia el sur (Acantilado, 2008) y El elefante (Acantilado, 2010).
1 comentario:
Una pieza literaria magistral. Es una lastima que no sea lo suficientemente conocida en nuestro país. Tuve la fortuna de conocerla y la he aplicado con mis estudiantes en procesos de lectura critica. Lic. Wilmer Archila-Filólogo
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